Esa fantasîa extrema del regreso late todavîa aunque se exprese de otras maneras. El caso es que a medida que he caminado por diferentes geografîas he perdido ese sentido primario de hacia o desde donde regresar. En espacio y tambiên en tiempo. No he llevado ninguna bitâcora, nunca. He sido incapaz de llevar un diario. Y en ciertas situaciones hasta era peligroso. En diferentes grupos he sido esa memoria atlêtica capaz de retener durante meses 677 nûmeros telefônicos, o indispensables côdigos secuenciales de hasta 60 dîgitos ¿Para que llevar diario o bitâcora con tanta capacidad neuronal de almacenamiento?...eran tiempos locos y ni conocîamos eso de memory flash...
Ahora que la mayor parte de las distancias empiezan a parecerme cortas, y evoco a Marcello (io me riccordo...) cualquier lugar donde estê es una isla desierta desde la que lanzo botellas al mar...para regresar !!!...¿adonde?
Voy a buscar un cabernet apropiado y eso serâ tema de otras botellas -llenas y vacîas- mientras me quede memoria...
Mientras tanto...carpe diem.
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