jueves, 8 de septiembre de 2011

La contradicciôn de escribir afuera pero para adentro...

Desde la adolescencia tuve una fantasîa muy deseada: la del regreso...yo mismo en cuerpo y espîritu con los años ya caminados, volviendo no se como a la Av. Alvarez Thomas entre Echeverrîa y Sucre y golpear las palmas en esa casita de jardîn con alambre al frente y ver salir al bajito de rulos mientras la voz de mi madre gritaba desde la cocina "fijate quien golpea !"...y el pequeño energûmeno cuyo desquiciado cerebrito conozco, me mirarîa desconfiado de lejos y dirîa..."¿le pregunto que vende mami?" mientras se va a un rincôn de sombra del jardîn para mirarme mejor porque en la puerta estoy expuesto al sol...
Esa fantasîa extrema del regreso late todavîa aunque se exprese de otras maneras. El caso es que a medida que he caminado por diferentes geografîas he perdido ese sentido primario de hacia o desde donde regresar. En espacio y tambiên en tiempo. No he llevado ninguna bitâcora, nunca. He sido incapaz de llevar un diario. Y en ciertas situaciones hasta era peligroso. En diferentes grupos he sido esa memoria atlêtica capaz de retener durante meses 677 nûmeros telefônicos, o indispensables côdigos secuenciales de hasta 60 dîgitos ¿Para que llevar diario o bitâcora con tanta capacidad neuronal de almacenamiento?...eran tiempos locos y ni conocîamos eso de memory flash...
Ahora que la mayor parte de las distancias empiezan a parecerme cortas, y evoco a Marcello (io me riccordo...) cualquier lugar donde estê es una isla desierta desde la que lanzo botellas al mar...para regresar !!!...¿adonde?
Voy a buscar un cabernet apropiado y eso serâ tema de otras botellas -llenas y vacîas- mientras me quede memoria...
Mientras tanto...carpe diem.

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