sábado, 16 de junio de 2012

Otra vez lo de hoy me gatilla recuerdos duros

Leo en los diarios de hoy que China lanza al espacio una misiôn integrada, entre otros, por una piloto militar. El tema es que ella se llama Liu Yang...
Voy a la velocidad de un fotôn hacia esa neurona que sin permiso dispara la apertura de mi caja blindada de recuerdos, esa que me provoca sentimientos encontrados.
Estoy entonces en 1968 en las afueras de Pleiku esperando una cita, para coordinar los destinos de la quinina que deberîamos entregar, fijar lugar, fecha, hora y demas detalles. Nos debian presentar al responsable de recibir la carga, pero esa citas eran muy flexibles por razones obvias,
Por prevenciôn nos hicieron acampar en ese chozerîo para no exhibir nuestras caras pâlidas en Pleiku y ser registrados por alguna foto de los agentes de la CIA, que mostrarian luego como indubitable presencia de "asesores" soviêticos...mi fisonomîa es facilmente confundible con alguien de la etnia eslava usando algo de mala voluntad.
Y nos destacaron una guia...Liu Yang. Tenîa esos brlilantes y combativos 18 años, con un hijo de alrededor de 4 años al lado, embarazada y llevando otro de menos de un año en una mochila. En verdad entendîamos que nos pudiera guiar, pero tenîamos nuestras dudas que nos pudiera custodiar si hubiese algûn ataque enemigo. Liu no media mas de 1,5 m. y pesaria unos 46 kg., sus rasgos eran hermosos aun con su piel curtida por el sol y el cultivo de arroz que a su turno atendîa. Siempre sonreîa y nuestra comunicaciôn era gestual por la infranqueable barrera idiomâtica
Tenîamos cierta incomodidad por verla cargada con su AK-47, 2 bolsas de cargadores, pistola y bayoneta al cinto...mas su embarazo y el hijo en la mochila a su espalda. Nos ofrecimos a llevarle a su hijo y lo rechazô con esa firmeza amable que solo da la cultura combatiente y revolucionaria ancestral.
Pasaron varios dîas en relativa calma aunque ella estaba tensa porque se escuchaba el tableteo de armas automâticas en el ârea.
Hasta que todo sucediô en tiempo infinitesimal, porque ni vimos el contacto con el enemigo y alcanzamos a ver su gesto de ir al refugio mientras ella nos cubria disparando y su hijo nos guiaba apurandonos, corriendo delante nuestro.
Ella nunca llegô...y aunque nos estaba vedado, tomamos las armas del refugio y repelimos el fuego, que solo parecîa ser de infanterîa.
Pasado un tiempo que se sintiô eterno, salimos los que estâbamos armados, dejando a los otros con el niño, y tanteamos una suerte de reconocimiento de terreno...
No hay dolor peor que el que tener que ver un angel destrozado por un enjambre de municiones...tres angeles en verdad, porque ahî muriô Liu su hijo neonato y la criatura de la mochila...
Esto no es una bitâcora, no soy quien para escribirla, y ya habîa cometido infracciones a la conducta de extranjeros en Vietnam: involucrarse en combate. Tiempo despuês recibirîa una advertencia junto con una medalla de reconocimiento, de esas que se fabricaban con los fuselajes de los B52 abatidos...
Liu ya era historia. Tuve el alto honor de acompañar como pude a su hijo mayor durante cinco dîas segûn recuerdo, hasta tomar contacto con los responsables del ârea, y se despidio de mi con un abrazo y un beso en la cara, que llevo a mas altura que la condecoraciôn en mi memoria.
Liu Yang, esa Liu Yang volô hacia la eternidad sin vacilar ni medio segundo en entregar sus escasos y potentes 18 años a la historia de la libertad de su pueblo.
Los que luego volvimos de ese viaje -hubo muchos otros-, creo que todos pero seguro que yo sî, conservamos un fuerte sentimiento de culpa, que ninguna explicaciôn racional podrâ borrar...Tiempo despues en Vinnh intentaba relatar esa historia a quienes la vivîan todos los dîas...no pude ser mas desubicado y estûpido.
Esa puta memoria que se gatilla sola ante cualquier estîmulo y me saltan las lagrimas, aunque a mi alrededor nadie entiende porquê !!!!...Es fatigoso tener que explicarse tanto a todos, no quiero, no puedo, ya es tarde para eso...

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